miércoles, 16 de septiembre de 2015

«Curvas peligrosas», de Susana Hernández. Reseña

Vázquez entra en la comisaría destilando mala leche por las costuras de su ropa de Armani, Santana se mueve sin ruido sobre unas zapatillas de saldo y embutida en una sudadera de hipermercado. Vázquez es la policía veterana, Santana es la novata. Vázquez es descreída y tiene mal carácter, Santana monta una Harley, es sensible y empática. A Vázquez le gustan los bares «como Dios manda: mesas pegajosas, un camarero con mala leche y el gilipollas de turno jugando a la máquina tragaperras»; Santana es capaz de apreciar la poética de una piscina vacía en un jardín otoñal. Vázquez es heterosexual, Santana es lesbiana. Y en medio de estas dos mujeres se  cierne una inquietante trama criminal: ocurren unos asesinatos y las víctimas son muchachas con minusvalía psíquica.
«Curvas peligrosas», de Susana Hernández, es, ante todo, una novela de relaciones: la inevitable y conflictiva relación entre las dos subinspectoras, la relación de la veterana Vázquez con su exmarido y con su hija, las complicadas y tórridas relaciones de la novata Santana con sus diferentes parejas y la relación de ambas con sus compañeros de trabajo en el día a día de la comisaría. Y como fondo los turbadores y perversos crímenes y las consiguientes pesquisas de las dos policías para la resolución del caso.
Las palabras se encadenan en una prosa sencilla, con estilo y buen ritmo, las escenas se desarrollan con fluidez y los personajes están muy bien perfilados. 
«Curvas peligrosas» es la primera entrega de la saga, que ya consta de tres novelas, de estas dos subinspectoras a las que auguro un futuro prometedor.

Bien, Susana.


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